La Ruta
El jueves, a las tres de la madrugada, salí hacia el Tena. Umbral verde de la Amazonía ecuatoriana. Cinco horas de carretera desde Quito si la montaña lo permite, si los derrumbes no bloquean el paso con sus piedras inmensas, como heridas abiertas en medio del asfalto. La montaña no avisa. Abre o cierra cuando quiere y nos obliga a esperar, como el dolor que se demora en soltar la presa. Viajaba con pocas horas de sueño y con una ansiedad que no conocía descanso. Cada curva parecía multiplicar la distancia. Cada sombra alargaba la espera. Ese jueves era su cumpleaños. Días antes había encargado un ramo: rosas rojas, cuatro tulipanes blancos. La complicidad de su roommie lo haría llegar a sus manos. Casi al mediodía, cuando entraba al Tena, llegó el correo de confirmación de entrega. Y, casi al mismo tiempo, su mensaje: Me encantaron. Respondí con un escueto: Que tengas un lindo cumpleaños. La tarjeta no decía mi nombre. Sólo la forma en que lo tenía guardado en mi WhatsApp. Suf...